Cinco años sin Maurice Sendak, el ilustrador de buenos libros para niños malos


Un año antes de que publicara el éxito arrollador de Donde viven los monstruos (1965) -la obra que enseña cómo los adolescentes necesitan morder para emerger-, el ilustrador Maurice Sendak (1928-2012) estaba bloqueado. Trabajaba en una edición de cuentos para niños de Tolstoi y no sabía cómo seguir. Así que escribió a su editora y confidente, Ursula Nordstrom, la mujer que cambió la literatura infantil para siempre tratando a los más jóvenes como adultos.
Sendak tenía 33 y todo le hacía dudar, se apoya en su editora y le escribe una carta de socorro. Este lunes se cumplen cinco años de su muerte y si hoy está en el Olimpo de quienes iluminan textos ajenos, es gracias a Nordstrom, su editora en Harper & Row, donde entró a trabajar en 1936 como asistente al director del departamento de literatura infantil y donde se mantuvo hasta su jubilación, en 1980. Murió ocho años después, sin poder concluir su último reto editorial: seleccionar y publicar la intensa correspondencia que mantuvo con sus autores. De hecho, terminó publicándose de manera póstuma.
Ursula no fue a la universidad, no tenía hijos y defendió su talento para hacer buenos libros para niños malos alegando que ella era una ex niña que no había olvidad nada de entonces. Sabía lo que los niños querían: delitos, malhechores, crueldad y cero complacencia. Editar desde la resistencia le hizo correr riesgos sin miedo: publicó la primera novela para adultos de temática homosexual (I'll Get There. It Better Be Worth the Trip, de John Donovan, en 1969), la primera mención a la menstruación en una novela para niñas (The Long Secret, en 1965, de Louise Fitzhugh) y la primera representación de la desnudez frontal y completa en un libro ilustrado (In the Night Kitchen, de Maurice Sendak, 1970).

TOLSTOI BIEN, PERO TÚ TAMBIÉN

Maurice y Ursula eran homosexuales, se conocieron en 1950 y se trataban con mucho cariño. En una carta de 1955 le escribe para desearle un feliz cumpleaños: “Como te he dicho otros años, me alegro mucho de que nacieras”. En aquella carta de 1961, en la que Nordstrom salva la vida del ilustrador, trata de animarle con una vehemencia descarada: “Puede que no seas Tolstoi, pero Tolstoi tampoco es Sendak”. Maurice pensaba que su mundo se había vaciado de esencia y se había quedado sólo en sentimiento.

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